Fuente: Diario El Universo (Guayaquil, Ecuador)
EFE
La terapia 'TheraSuite' se ha convertido en una esperanza para niños con parálisis cerebral y sus familias, ya que es un aliado en el tratamiento y la rehabilitación de esta dolencia.
La terapia fue inventada en Rusia durante la era espacial para combatir los problemas físicos que sufrían los astronautas durante los largos viajes espaciales.
Consiste en enfundar al paciente en un traje especial, formado por hombreras, pantalón y botas, aderezados por tensores elásticos que simulan a los músculos, lo que ayuda a que, mientras se realizan ejercicios físicos, el cerebro pueda recordar los movimientos con mayor facilidad.
En los 90, se utilizó para tratar a los niños con trastornos musculares, en 1997 se empezó a aplicar en niños norteamericanos y, en 2002 se diseñó el traje y se registró la patente en Estados Unidos.
Basándose en el TheraSuite, se creo Nipace, un centro pionero en atención a personas con parálisis cerebral y, al tiempo, "el sueño perpetuo" de Ramón Rebollo, el hombre que lo puso en marcha hace cuatro años en Guadalajara, España, para tratar a su hija Raquel, que padece esta enfermedad.
La idea de crear esta fundación nació hace 6 años, cuando tras dar en Internet con un tratamiento novedoso, decidieron llevar a Raquel -su hija, la verdadera piedra a partir de la cual surgió 'Nipace'- a Polonia, donde probaron la terapia 'TheraSuite' durante un mes con buenísimos resultados.
"Lo que observamos es que, cuando se le quita el traje, esos movimientos ya han sido grabados por el cerebro y el niño los asimila como sus movimientos reales", puntualiza Rebollo.
De este modo, Ramón y su esposa idearon la posibilidad de llevar a cabo una fundación o un centro que ofreciera este tratamiento, hasta entonces inédito en España, con la dificultad de que era necesario obtener la patente estadounidense.
"Se trataba de una familia norteamericana que estaba en la misma situación que nosotros, que ya habían introducido esta terapia en EE.UU. y que gentilmente nos ofrecieron la patente", explica.
Rebollo recuerda que lo más costoso fue obtener la certificación en España, lo que les llevó dos años y requirió de un estudio en EEUU.
Asimismo, reconoce que a veces ha sentido ganas de llorar de felicidad, pero exige al resto de padres que no le den las gracias por su labor, porque, como padre de una niña en las mismas condiciones, sabe la incertidumbre y la impotencia que sienten las familias que sufren las consecuencias de la parálisis cerebral.