Una investigación publicada el miércoles ofrece nuevas pistas sobre fallas genéticas que pueden contribuir al desarrollo del autismo entre los niños.
Muy poco se conocía hace una década sobre el rol que la genética juega en el autismo. Pero la tecnología mejorada ha permitido a los científicos profundizar en el ADN para buscar respuestas.
“Hace 10 años (era como si) estuviéramos viendo a través de binoculares, después estábamos viendo el autismo a través de un microscopio, y ahora lo estamos viendo en alta definición”, dice Andy Shih, vicepresidente de asuntos científicos para el grupo activista Autism Speaks, quien no ha estado involucrado en esta investigación.
Desde que el primer genoma humano fue secuenciado a principios de los 2000, los investigadores han tenido la oportunidad de buscar genes que causen el trastorno, que afecta a uno de cada 88 niños, según estimaciones en Estados Unidos.
Los investigadores estaban buscando originalmente un solo gen que causara el trastorno, pero ahora creen que es más probable que haya mutaciones genéticas múltiples que ponen al niño en riesgo. Estudiando áreas específicas del ADN de familias que tienen un niño con autismo, los científicos han identificado aproximadamente 1,000 genes que pueden estar involucrados.
Todo el genoma de una persona consiste de cerca de 3,000 millones de nucleótidos, o letras, de ADN. Pero sólo el 1.5% de este, una porción llamada el “exoma”, produce proteínas. El exoma también alberga el 85% de las mutaciones que causan enfermedades, según el Instituto Nacional de Salud en Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés).
Tres estudios publicados en la revista Nature esta semana analizaron los exomas de los padres e hijos con autismo y encontraron mutaciones genéticas espontáneas en el exoma que desempeñan un papel importante en el aumento del riesgo de que un niño pueda desarrollar autismo.
Se observó en un estudio a 238 familias que tenían un niño con autismo y un niño sin autismo.
“Encontramos… varios cambios secuenciales (mutaciones) en los pares de bases de ADN que no son vistos en un padre”, dice el coautor del estudio, el médico Daniel Geschwind, profesor de Neurología y Psiquiatría en la Escuela de Medicina de la UCLA, en Estados Unidos. “Estas mutaciones no se heredan, sino que ocurren en el óvulo de la madre o esperma del padre (antes de la concepción) o en el niño (después de la concepción)”.
Geschwind dice que esta nueva investigación sugiere que un niño con estas mutaciones “tiene mayores probabilidades” de desarrollar un trastorno como el autismo. El equipo de investigación, liderado por el médico Matthew State de la Universidad de Yale, encontró que al menos el 14% de quienes tenían autismo tenían mutaciones genéticas múltiples, que es cinco veces más alto que la tasa normal, de acuerdo con el NIH.
Otro equipo de investigación liderado por Evan Eichler, un profesor de Estudios del Genoma en la Universidad de Washinton, encontró que el 39% de las mutaciones espontáneas tenían probabilidades de incrementar el riesgo de autismo porque interferían con desarrollos biológicos que son importantes para la comunicación en el cerebro.
La investigación de Eichler también encontró que estas mutaciones espontáneas eran “abrumadoramente de origen genético”, sugiriendo que el origen de estas mutaciones está en el esperma del padre. Esto apoya la investigación previa que sugería que había un incremento en el riesgo de que un niño desarrollara autismo si el padre era más viejo.
El tercer estudio en Nature, dirigido por Mark Daly, profesor asociado de la Escuela de Medicina de Harvard, encontró que muchas mutaciones vistas en niños con autismo no necesariamente están conectadas con el trastorno. Su investigación encontró que las mutaciones están conectadas al autismo y se expanden sobre varios genes, y puede que no sean suficientes para causar el trastorno.
Además de estos tres estudios, un estudio independiente publicado en Science Translational Medicine, encontró un gen que no producía proteína que también contribuye al riesgo del autismo.
“Todos estos cuatro estudios nos acercan a entender la biología del autismo”, dice Daniel Campbell, autor principal del cuarto estudio, y profesor asistente de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en la Universidad del Sur de California en Estados Unidos.
En cuanto a esta investigación, apoya en conjunto la idea de que el autismo es un trastorno del desarrollo neurológico, y que las interrupciones en el desarrollo que llevan al autismo se establecen muy temprano en la formación del cerebro, dice el médico Bryan King, director del Centro de Autismo en Niños en Seattle, Estados Unidos.
“Esta (investigación) es otro ejemplo de cómo no tenemos un solo gen que pueda ser conectado en línea recta con el autismo”, dice King, quien no estuvo involucrado en la investigación”.
“No hay un gen que cause autismo”, dice James Sutcliffe, uno de los coautores con Daly y profesor asociado de Psicología Molecular, Biofísica y Psiquiatría en la Universidad Vanderbilt en Estados Unidos. “Pero lo que estos estudios sí muestran es que varias mutaciones genéticas incrementan el riesgo de tener autismo y diferentes mutaciones pueden afectar a las personas en formas diferentes”.
Se necesita mucha más investigación, pero al final identificar más mutaciones genéticas podría identificar objetivos para que los investigadores se enfoquen en encontrar maneras de contrarrestar las discapacidades de desarrollo que pueden causar. O quizá, en un futuro, esta investigación pueda llevar a crear pruebas de diagnóstico que identifiquen a los niños que están en riesgo de tener autismo para que puedan obtener las intervenciones lo más pronto posible.
Fuente : CNN